lunes, 31 de diciembre de 2007
Cliffhanger
En pocos minutos más se cierra un ciclo. Un ciclo marcado por la intensidad de las emociones. Un ciclo por donde pasó lo mejor y lo peor de mi vida. Un ciclo donde realmente aprendí a comportarme como hombre.
Hoy sí creo y confío en algo. No es una religión ni menos dios, no es una ideología ni menos un grupo político, no es ni siquiera un grupo de personas.
Ese algo no es otra cosa más que yo.
Aprendí a confiar en mi instinto, aprendí a creer en él, me doy cuenta que difícilmente se equivoca, que a pesar de los obstáculos que se me querian interponer igual tengo la ventaja de saber.
Realmente nadie me entiende ni me conoce, se equivocan una y otra vez, inclusive aquellas personas que lo intentan. Inclusive aquellas personas a quien venero, que creo pueden entender, pero la verdad es que mi criterio nunca sera el suyo. Al final sólo logran agregarle más presión a la que ya tengo.
Los problemas se solucionan con hechos, con acción, no con el apoyo moral ni rezos. De qué sirve preocupar a más gente, de qué sirve hacer sufrir cuando las cosas pasan o no pasan sin depender de aquellos quienes sufren.
Hoy será una noche distinta a la de años anteriores, no será como la de los 2001 y 2005, pero tampoco será como las otras. Realmente me da lo mismo, y eso es lo mejor que pudo haber pasado.
El único problema será el cliffhanger, pero si Jack pudo...
viernes, 28 de diciembre de 2007
Cuento de Navidad.... Atrasado
Nuestro protagonista era un tipo alto, flaco, con una prominente calvicie y que para mala suerte suya ya había pasado los 30. La historia se sitúa el día de Navidad, él se dirigía a cerrar uno de sus tantos negocios a través del tren subterráneo de su ciudad. Este tipo era tan avaro que no descansaba ni para las fiestas.
Mientras iba en el túnel reflexionaba lo intensa que había sido su vida en los últimos 10 días. Había partido por el accidente de su hermano más pequeño, por lo cual padeció el susto de su vida. Su madre lo había llamado llorando y no había especificado lo sucedido, por un momento pensó que su hermano moría... nuestro protagonista fue el que casi se murió de la impresión. Afortunadamente sólo había sido un accidente escolar, no tan leve, pero tampoco tan grave. Resultado: una costilla fracturada, iba a sobrevivir sin secuelas. Había perdido toda la mañana y gran parte de la tarde, pero su hermano querido iba a estar bien.
Resulta que cuando todo parecía haberse normalizado, un día lo despiertan muy temprano pues otros de sus hermanos, el casado, había recibido una paliza de una pandilla, a él le pidieron que lo fuera a ver y lo convenciera de que fuera a atenderse a un centro médico. Fue a cerciorarse y se dio cuenta que a pesar de que le habían sacado la cresta, su hermano también sobreviviría sin secuelas.
Luego, un par de días más tarde una de sus nuevas amigas lo llamó para pedirle pasar esa noche en su casa porque estaba muy angustiada. Pareció tranquilizarse el estar con él y dormir en su cama, obviamente no durmió con ella, aunque intentó hacerlo en el saco de dormir que ella trajo, pero el cansancio y la dureza de la cerámica lo llevaron a buscar una forma más comoda de descansar.
Y cuando parecía que ya no iba a pasar nada más (Que nada más...! nunca hubiese adivinado el lindo fin de año que le tenía preparado el 2007, aunque ese es otro cuento), lo llaman a las 3 am del mismo día de la Navidad informándole que su socio, (¿amigo?) tenía "el" escandalo en su local con hasta intenciones de suicidarse. Tuvo que correr y gastar 2 horas en conseguir persuadirlo para que se tranquilizara y se fuera a su casa. De hecho ese día de Navidad venía de conversar con él, de hablarle sus cuantas verdades, así como de ofrecerle su apoyo y ayuda. Como nunca antes lo vio llorar. Al parecer su amigo había reaccionado.
Todo esto tenía un sólo denominador común: él mismo. El había sido el apoyo de sus hermanos (tres), de su cuñada, de su madre, de su abuela, de su amiga y de su socio.
Ayudar no era el problema, nunca lo había sido. El problema era quien lo ayudaba a él, quien lo apoyaba. Y aunque le había dicho a su amiga que tenía una fuente de energía inagotable, igual estaba cansado, igual quería sentir lo que él intentaba hacer sentir a los demás.
Para qué estamos con cosas, igual se imaginaba su armonyl con pechugas, su calmosedan con minifalda.
Quería un escape... su escape.
En eso pensaba cuando se dio cuenta que era hora de de bajarse y hacer la combinación, en ese momento se percató de que una bien potable niña encaró a un maleducado que no "dejaba bajar antes de subir"y molestaba más con su bolso anticuado. Este malhablado le tiro un "no me webée". Entonces, como si toda esa intensidad, como si toda esa cosa reprimida la canalizara en esos escasos segundos y confrontó al enemigo: "No se trata así a una dama!"; y éste sin inmutarse le dirigió un "no te metai imbécil".
Y es como si hubiese sido poseído por el espíritu de David Wagner, tal cual sufrió una transformación... se avalanzó contra el idiota que había tenido la mala ocurrencia de cruzarse en su camino aquél día y de un sólo puñetazo lo derribó*(Ver nota al final).
Escasos segundos fueron y se dió cuenta que sonaba la alarma que indicaba el cierre de puertas. Rápidamente saltó del vagón hacia afuera y se volvió a mirar al tipo. Y mientras se cerraban las puertas tuvo la mejor ocurrencia sardónica y le dedico un "Feliz Navidad", con lo cual la gente que había visto todo el espectáculo se contagió de carcajadas.
Por una extraña razón se sentía menos tenso que hace tan sólo un minuto, y mientras subía las escaleras para tomar el otro tren recordaba la frase que alguna vez oyó decir a una monja:
"Dios obra de maneras misteriosas"
***FIN***
N. de la R.: No fue un puñetazo, sólo un empujón, que al tropezarse con su bolso hizo caerse aparatosamente al estúpido. Pero como esto es cuento había que adornarlo.
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